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Blog de Literatura Infantil y Juvenil

DEJAD QUE LOS NIÑOS SE ACERQUEN A LOS LIBROS

DEJAD QUE LOS NIÑOS SE ACERQUEN A LOS LIBROS

 

Existen libros específicos para cada etapa de la infancia, pero hay que dejar claro que cualquier libro, sin ser específico, puede ser válido, ya que pueden permitirles abrir miras y ventanas nuevas, y desconocidas.

 

A través de diferentes libros, en principio no clasificados para su edad, los niños pueden recibir estímulos e información que o bien les despierte la curiosidad o bien les satisfaga la misma.

 

¿No es cierto que una enciclopedia temática sobre animales, lugares, vehículos… les atrae enormemente?

 

No es la primera ni última vez que un niño se acerca a los libros, se embarca en la aventura de escudriñar lo que esconden los libros que hay en su casa, los libros de papá y mamá, para ojearlos, pasando su mirada inquieta por los dibujos, por las fotos e ilustraciones en general, recreándose con ellos, familiarizándose con el texto, con la estructura del libro, con el contenido,…, buscando en ocasiones a un adulto que le cuente o le explique aquello que tanto le ha llamado la atención.

 

Estos niños, más adelante, cuando de verdad necesiten buscar información para sus trabajos escolares o satisfacer su curiosidad y sus dudas, sabrán donde buscar y hacerlo con destreza.

 

Por todo esto, es sumamente importante que los libros estén a su alcance, los suyos y los de los “otros”.

 

Para conseguir un buen uso de los libros y evitar el miedo al “destrozo”, hay que transmitirle al niño, desde pequeño, amor y mimo hacia ellos.

 

  • Evitar, en primer lugar, tratar los libros propios del niño como simples juguetes que se guardan amontonados en cualquier cajón, al lado de la pelota, del coche, de la muñeca,… Todo libro se merece un lugar privilegiado, una estantería abierta y de fácil acceso.

 

En la habitación infantil son muy prácticas las estanterías que permitan exponer la portada del libro.

 

  • Transmitir como adultos el placer y la necesidad de conocer a través de la lectura, incitando a la curiosidad, mostrando admiración por aquello que pueda interesar a nuestros hijos.

 

  • Ser nosotros el ejemplo vivo del comportamiento del niño, por lo que si queremos respeto por el libro, somos los que tenemos que demostrar ese mimo, ese cuidado, ese amor hacia el tesoro del saber. ¿Cómo se le va a ocurrir a nuestro “cachorro” desgraciarnos uno de nuestras joyas? Lo cuidará como oro en paño. Y, seguros nosotros de esto, los dejaremos a su alcance.

 

  • Acudir a las librerías, de vez en cuando, por el gusto de ojear las últimas novedades, lo más vendidos, los clásicos,… al igual que a menudo salimos a ver ropa, escaparates, por el mero hecho de mirar. Una vez que entras en la librería ¡seguro que alguno cae!, seguro que alguno le llamará tanto la atención al niño que nos pedirá que por favor que se lo compremos. ¿No es verdad que a veces nos solicitan la compra de algún juguete que descubren cuando hacemos la compra en el hipermercado?

 

Si decidimos visitar lugares como la Casa del Libro, Fnac, Dideco, Crisol,… (que nos permiten el ojeo y la lectura in situ) ¿nuestro hijo nos pedirá un libro? ¡Qué gozada!

 

No perdamos la ocasión. Quizás la compra del mismo nos puede suponer no poder ¿tomar un refresco?... ¡No hay color! ¿Libro? ¿Refresco? Un libro es para toda la vida y un refresco es una sensación momentánea en el paladar que podremos saborear más tarde en casa, frente a la lectura del mismo.

 

  • Visitar las bibliotecas locales, bibliobús, hasta la propia Biblioteca Nacional, con el fin de dar a conocer a nuestros hijos la posibilidad de acceder al libro de forma gratuita. Que se recreen en el rincón o espacio de literatura infantil de las bibliotecas públicas, con muebles y enseres apropiados a su edad, y en los que en ocasiones se desarrollan animaciones o cuentacuentos.

 

  • Asistir a las diferentes ferias del libro que se celebran a lo largo del año, tanto en su población como en los alrededores. Brindándonos la ocasión no sólo de acercarnos a los libros y comprobar que los escritores, presentes en ellas, son reales, de carne y hueso, que existen de verdad, sino también de compartir una mañana agradable de paseo con nuestra familia. La feria del libro viejo y de ocasión es recomendable pues en ella se pueden encontrar ediciones antiquísimas, de siglos pasados, cuya portada ajada y de hojas amarillentas y de precio en moneda antigua desconocida para el niño, pueden hacer la delicia de nuestros sentidos.

 

 

Mª Victoria González Sánchez

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